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jueves, 19 de enero de 2012

Ad+... voluntariado cultural

Nuestros voluntarios culturales vuelven a convertirse en “bloggers” por un día. Tras el coordinador del grupo, le llega el turno a una de las más veteranas. Fue el 26 de octubre del 93 cuando esta mujer que rezuma vitalidad y que no para de reciclarse (acaba de apuntarse a un curso de Internet), recibió una carta de la Confederación Española de Aulas de la tercera Edad informándole de su incorporación a las filas de nuestro museo.
Puntual a su cita y tras realizar su visita guiada de las Nati se puso bajo los focos de nuestra fotógrafa y nos hizo entrega de un texto escrito de su puño y letra cuyo entrañable contenido tenemos el placer compartir con todos vosotros.
"Creo que me decidí a ser voluntaria por amor. Sí, por amor al arte en todas sus manifestaciones. Ví el anuncio solicitando voluntarios para Museos y ví claramente mi oportunidad de conocer un museo por dentro; yo que había visto tantos en España y en el extranjero…En esta época no tenía idea de lo que era el voluntariado pero rápidamente comprendí, al empezar a trabajar, el enorme valor moral y material de lo que estaba haciendo.En todos estos años he sido feliz, haciendo un trabajo que hace felices a los demás y a mí misma. El hecho de estar en contacto con público tan diverso me ha aporta satisfacción y me enriquece día a día.  Por estos motivos creo que el voluntariado es algo magnífico que animo a todo el mundo a practicar.

Si me dieran a elegir el lugar o la pieza qué más me gusta del museo, mi respuesta sería rotunda: Todas. Todas significan algo para mí, pero especialmente una, una ante la que todo el que visita el museo no queda indiferente: la cocina valenciana. ¿Por qué? Pues por su belleza y por su valor como conjunto representativo de una época.

Además, a este rincón ubicado en la cuarta planta del museo le tengo especial cariño ya que mi abuela paterna tenía también una cocina de azulejos en su casa de la huerta, con su pozo, su hogar de tres hornillos y su virgen del Carmen presidiendo y protegiendo la cocina y el agua (que usaba para todo).

Cuando explico a los visitantes esta cocina, siento todavía emoción al recordar mi niñez en aquella cocina, tan parecida, aunque no tuviera los 1604 azulejos que la hacen única."

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